Todas las fuentes de energía convencionales serán precisas en el horizonte del año 2050; ello no contradice la necesidad de ir avanzando en el desarrollo de fuentes alternativas más compatibles con un desarrollo sostenible. Para entonces la fusión termonuclear no estará aún disponible y las energías renovables serán aún caras y sólo suministrarán una parte, cada vez mayor, pero minoritaria, del consumo (20%).
En todo caso, el esfuerzo tecnológico que hay que hacer en el sector energético es muy considerable. Para ello hay que forzar a las empresas a que gasten lo que ahora no hacen y el Estado no debe escatimar recursos. En concreto hay que conseguir:
- Una reducción de los costes de las energías renovables.
- Un incremento de la seguridad intrínseca de las centrales nucleares.
- Demostración de la capacidad de gestionar los residuos radiactivos.
- Conseguir la captación y almacenamiento de CO2 a costes que sean razonables.
- Gasificar el carbón a costes competitivos.
- Descarbonatación de los hidrocarburos en el camino a una economía de hidrógeno.
Hay que tener muy presentes los principios de un desarrollo sostenible, pero con la vista puesta en la necesidad de un suficiente abastecimiento energético para combatir la pobreza. Es necesario resolver la aparente contradicción entre las decisiones ambientalmente aceptables y económicamente viables.
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