9 oct 2010

Tragedia roja tóxica en Centroeuropa

El vertido tóxico metálico, que ha provocado cuatro muertos, seis desaparecidos y más de 100 heridos, ha afectado a un área de unos 40 kilómetros cuadrados. El área se vio inundada del lodo rojo el pasado lunes, después de que cediera una de las paredes de la balsa de la empresa minera Magyar Aluminium (MAL Zrt).
En Giör, a 70 kilómetros del paso a nivel que divide el mundo rojo del verde, los lodos ya han entrado en el Danubio. Lo han hecho muy diluidos, a través de un afluente, el Raba. La ciudad parecía ayer totalmente ausente de lo que estaba sucediendo a 70 kilómetros, pero varios retenes del ejército volcaban toneladas de yeso para intentar contrarrestar el vertido en la confluencia entre el Raba y el Danubio. A su paso hacia el segundo río más largo de Europa, el vertido mató toda la vida que encontró en uno de sus afluentes, el Marcal. "Todo el ecosistema de este río se ha visto destruido", confirmó el jefe de emergencias local, Tibor Dobson. "Todos los peces están muertos y tampoco hemos podido salvar la vegetación".

Lo que nadie sabe aún es qué fue lo que causó la catástrofe. La compañía asegura que la balsa cedió por "una catástrofe meteorológica" tras las fuertes lluvias que han caído en la zona en los últimos días, pero el Gobierno magiar ya ha anunciado una investigación. El secretario de Estado para el Medio Ambiente, Zoltan Illés, aseguró ayer que se sospecha que la compañía había almacenado más residuos de los permitidos. En los años treinta del siglo pasado, se descubrieron en esta región enormes reservas de bauxita, de la que se extrae el aluminio rociándola con sosa cáustica a presión. Ocho décadas después, ese sigue siendo el negocio de MAL Zrt, la última gran empresa del periodo comunista que sigue en activo en el país, ahora con una nueva personalidad privada.

Las cuestiones fundamentales sobre esta catástrofe ecológica son:
¿Qué contenía la balsa?
La rotura de la balsa provocó el vertido de un millón de metros cúbicos. El derrame es rico en metales y está compuesto por un 40%-45% de óxido de hierro, que le da ese color rojizo. Otro 15%-20% es óxido de aluminio, un 10%-15% es óxido de silicio y hay pequeñas cantidades de otros minerales.

¿Cuál es su nivel de toxicidad?
Las zonas de mayor concentración de metales, como el río Marcal, han alcanzado un pH de 13, que causa la muerte de toda la vida acuática. El contacto con la piel provoca grietas y quemaduras. Si se ingiere, puede causar daño a los pulmones y al sistema digestivo. Los análisis del agua contaminada que ha llegado al Danubio muestran un pH de 9,3, una cifra que se sigue considerando peligrosa. El investigador del CSIC Félix López recuerda que el valor neutro para la vida es de 7, como el del agua destilada.

¿Qué se está haciendo para que el vertido sea menos peligroso?
Se han arrojado más de 500 toneladas de yeso en varios afluentes del Danubio. El yeso rebaja la alcalinidad del vertido. Este material es un apelmazante, lo que permite solidificar el lodo frenando su avance. Esa será la segunda fase de la operación, la limpieza de las zonas afectadas. El lodo ya reseco impediría que las plantas resurgieran, por lo que habrá que levantar varios centímetros de la capa superficial de tierra en toda la zona afectada.


¿Cuál es la situación sobre la acumulación de residuos mineros en España?
El último inventario del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) es de 2002. Detalla la existencia de 7.096 instalaciones para depositar residuos procedentes sólo de la extracción minera, lo que excluye del cálculo a los vertederos de la industria. De ellas, entre balsas y presas hay 909 de grandes dimensiones. Y según el inventario del IGME, 524 están abandonadas y sólo 54 han sido restauradas, como la balsa de las minas de Touro, en A Coruña. Los ecologistas temen que el abandono esté deteriorando las infraestructuras y que, en un futuro, puedan romperse.

El inventario del IGME de 2002 analizó dos aspectos de la peligrosidad de estas balsas: la estabilidad de la instalación y su posible impacto medioambiental. Aunque el informe destaca que la mayoría de las balsas presenta una estabilidad media-alta, algunas tenían entonces una situación crítica, la mayoría en las zonas mineras de Murcia, Jaén y Huelva. La UE aprobó una directiva en 2006 sobre la gestión de estos residuos que exige hacer un nuevo inventario, más detallado y preciso, para mayo de 2012.

Basta con recordar el desastre de Aznalcóllar (1998) para ponernos los pelos de punta.

Fuente de la mayor parte del texto y de las imágenes: publico.es

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