Hay varios proyectos en marcha: El proyecto COMARGE se centra en el estudio de la inmensa masa de agua que hay entre las diferentes zonas costeras y llega desde los 200 a los 6.000 metros de profundidad. Aquí predominan animales familiares como las medusas.
Iniciado en 2005, el proyecto CenSeam , se ha dedicado a estudiar la flora y fauna de las montañas submarinas, algunas de gran altura, que esconde el mar. A una profundidad de 1.000 metros se pueden encontrar enormes jardines de corales en las laderas de estas montañas que, como las plantas, dan vida a otros pequeños animales como estrellas de mar o esponjas. Las corrientes les traen el alimento que necesitan.
El proyecto MAR-ECO pretende conocer el ecosistema creado en torno a la dorsal medioatlántica, una elevación que atraviesa el Océano Atlántico de norte a sur. En este tiempo han recolectado unas 1.000 especies, desde crustáceos hasta ballenas. Unas 40 eran nuevas para la ciencia, como varias familias de un extraño cefalópodo con aletas.
El proyecto ChEss tiene una misión especial: estudiar la vida que surge junto a fuentes termales, filtraciones de agua fría o fumarolas volcánicas. La alta concentración de compuestos químicos aquí sirve de alimento a infinidad de bacterias que son la base de la cadena trófica. En la imagen, gusanos censados por ChEss a una profundidad de 4.000 metros. Pero, por su misión específica, estos oasis de bacterias están en diferentes altitudes y latitudes.
De las extensas planicies abisales (suponen el 30% del total de la superficie terrestre) se ha encargado el CeDAMar . Su objetivo era conocer la fauna que vive entre el polvo del lecho marino, inmediatamente encima o sobre él. Imaginado como un desierto, el fango rebosa de vida que se alimenta de lo que viene de arriba. De los cientos de especies abisales que han recopilado, más de 500, como los copépodos, eran desconocidas.
Fuente: publico.es
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