Un fuerte terremoto, seguido por un tsunami que devastó aldeas costeras y hoteles de turistas, dejó el pasado martes decenas de muertos y desaparecidos en varias islas del Pacífico Sur. Al menos 113 personas murieron en el archipiélago de las Samoa y en las vecinas islas Tonga, tras el poderoso sismo que provocó unos minutos más tarde un maremoto, según fuentes médicas y autoridades.
Además, decenas de personas están desaparecidas y las comunicaciones se hallan cortadas en numerosas localidades. El sismo, de una magnitud de 7,6 grados, según el Instituto Geofísico estadounidense (USGS), se produjo a las 06H48 locales del miércoles (17H48 GMT del martes) y su epicentro fue localizado a unos 200 km al sudoeste de Apia, según un informe preliminar del USGS.
El balance de víctimas en Filipinas por el paso del tifón Ketsana llegó a 240 personas, mientras el país asiático, que pidió ayuda a la comunidad internacional para asistir a los damnificados, aguarda la llegada de una nueva tormenta tropical. Cientos de personas se refugiaron en el recinto del palacio presidencial, una medida excepcional decidida por la presidenta Gloria Arroyo.
El gobierno filipino admitió la víspera que los daños por la catástrofe sobrepasaron las capacidades de los equipos de emergencia y pidió ayuda internacional. En ese marco el Banco de Desarrollo Asiático (BDA) ofreció el apoyo de su Fondo de Respuesta para Desastres en Asia Pacífico, que da ayuda rápida en este caso de situaciones, dijo su presidente Haruhiko Kuroda.
En tanto, el norte del país se prepara para un nuevo temporal que podría hacer aumentar la cifra de medio millón de desplazados y 50 millones en pérdidas por Katsana. El tifón llegó el pasado sábado a la capital filipina, Manila, y los alrededores, con vientos superiores a 100 kilómetros por hora y lluvias superiores a las registradas desde 1967.
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