El pasado día 3 se inició la VIII Conferencia de la ONU contra la desertificación con muchas esperanzas sobre sus resultados, pero tras 13 días de debates, conferencias, declaraciones y demás zarandajas, además de un gasto de 4 millones de euros, lo máximo que se ha alcanzado es a acordar un plan estratégico para los siguientes 10 años.
El grave problema es que el plan carece de presupuesto y, según los ecologistas, no es una buena arma para solucionar el problema. El principal causante del fracaso ha sido Japón, que se opuso al aumento del 5% que planteaba España y que, con muchas dificultades, había aceptado Estados Unidos. El aumento del 5% resulta muy pobre (unos 17 millones de euros) para los fines que se persiguen y es una cifra muy alejada del 15 o el 20% que pedían los países en vías de desarrollo.
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