Una expedición rusa asegura haber demostrado que una cadena montañosa que descansa bajo las aguas del Océano Ártico forma parte de la cordillera continental rusa.El ministro de Recursos Naturales de ese país asegura que las pruebas practicadas a las muestras de terreno recogidas por los científicos dejan muy claro la relación que existe entre Rusia y la cordillera sumergida de Lomonosov.
Moscú nunca ha escondido sus intenciones expansionistas sobre esta porción deshabitada de la Tierra, que no tiene dueño pero sí muchos pretendientes. Debido, principalmente, a su presunta abundancia en recursos como el aceite, el gas y las ricas reservas minerales. De hecho, Rusia ha organizado en los últimos meses varias expediciones a la zona, elevando con ello la tensión con los países que también tienen ambiciones en la zona -Estados Unidos, Canadá y Dinamarca-. El último episodio de esta estrategia, tildada de agresiva por los analistas, consistió en plantar una bandera en el fondo marino del Polo Norte que Rusia considera de su propiedad. Los movimientos de Rusia no han sido ajenos a los otros países con intereses estratégicos en ese área del globo terráqueo.
Así, Canadá reaccionó al izado de la enseña roja bajo las aguas del Ártico con la promesa de incrementar su flota de buques rompehielos y construir dos nuevas bases militares en el Ártico. Dinamarca, por su parte, ha enviado recientemente a sus científicos para que vuelvan con pruebas que puedan corroborar que ese territorio en disputa pertenece a Groenlandia, la mayor isla del mundo cubierta casi al completo de hielo y cuya soberanía ostenta Dinamarca.
Lo que no cabe duda es que la competencia por quedarse con una porción de este territorio y, sobre todo, por los derechos económicos para que éste sea explotado se han incrementado en los últimos años, conforme el calentamiento global ha ido derritiendo zonas del Polo Norte, dejando al descubierto lugares hasta ahora inaccesibles al ser humano.
Moscú nunca ha escondido sus intenciones expansionistas sobre esta porción deshabitada de la Tierra, que no tiene dueño pero sí muchos pretendientes. Debido, principalmente, a su presunta abundancia en recursos como el aceite, el gas y las ricas reservas minerales. De hecho, Rusia ha organizado en los últimos meses varias expediciones a la zona, elevando con ello la tensión con los países que también tienen ambiciones en la zona -Estados Unidos, Canadá y Dinamarca-. El último episodio de esta estrategia, tildada de agresiva por los analistas, consistió en plantar una bandera en el fondo marino del Polo Norte que Rusia considera de su propiedad. Los movimientos de Rusia no han sido ajenos a los otros países con intereses estratégicos en ese área del globo terráqueo.
Así, Canadá reaccionó al izado de la enseña roja bajo las aguas del Ártico con la promesa de incrementar su flota de buques rompehielos y construir dos nuevas bases militares en el Ártico. Dinamarca, por su parte, ha enviado recientemente a sus científicos para que vuelvan con pruebas que puedan corroborar que ese territorio en disputa pertenece a Groenlandia, la mayor isla del mundo cubierta casi al completo de hielo y cuya soberanía ostenta Dinamarca.
Lo que no cabe duda es que la competencia por quedarse con una porción de este territorio y, sobre todo, por los derechos económicos para que éste sea explotado se han incrementado en los últimos años, conforme el calentamiento global ha ido derritiendo zonas del Polo Norte, dejando al descubierto lugares hasta ahora inaccesibles al ser humano.
Resumen del artículo de "El País"
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