España, por su parte, permanece como reducto antinuclear. Las encuestas -ya sean del Centro de Investigaciones Sociológicas o de instituciones privadas como el BBVA- son tozudas: reflejan una aplastante mayoría de ciudadanos en contra. Con un apoyo de tan sólo el 24%, los españoles se resisten a abandonar la cola de aceptación nuclear entre los europeos. Pero incluso en España el porcentaje de voces favorables ha aumentado en estos tres años. Un incremento de ocho puntos, ligeramente por encima de la media comunitaria.
La preocupación por el cambio climático hace que muchos se inclinen por una energía que, al menos durante su proceso de producción, no emite dióxido de carbono. "Los riesgos nucleares (accidentes, problemas con el almacenamiento de los residuos en el futuro) son sólo hipotéticos. Pero los del cambio climático se perciben como reales, tangibles e inminentes. Por ello, la resistencia hacia la energía nuclear se ha disuelto poco a poco entre todos los segmentos de la población", apunta Paul Isbell, del Real Instituto Elcano.
A Carlos Bravo, de Greenpeace, le gusta desmontar las verdades de la campaña que, según él, ha iniciado la industria nuclear para conseguir su objetivo último: convencer a los Gobiernos de la necesidad de subvencionar nuevas centrales. Una de las principales destinatarias de estos dardos, María Teresa Domínguez, presidenta del Foro de la Industria Nuclear, niega la existencia de campañas.
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1 comentario:
viva la energia nuclear
y fuera con los que creen saber de ella sin saber realmente lo que es la energia nuclear
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