Leo en el estupendo "Manual de literatura para caníbales" (de Rafael Reig, Random House Mondadori, S.A., Barcelona. 2006) el siguiente párrafo de la página 157:
"En Rusia había habido una auténtica revolución de obreros, inspirada en Karl Marx, que había descubierto la lucha de clases y el materialismo histórico, lo que hizo necesarios de inmediato dos conceptos paliativos para evitar el amotinamiento de las clases más desfavorables: lo reversible y lo desechable. El hemisferio occidental se cubrió de objetos llamados reversibles: abrigos, calcetines, cinturones e incluso sombreros. Gracias a ellos los más humildes vieron multiplicarse por dos sus pertenencias. Al mismo tiempo, la proliferación de objetos desechables a escaso precio (cuchillas de afeitar, compresas, el famoso bolígrafo) les proporcionaba la consoladora sensación de vivir en la opulencia y el lujo: después de utilizar algo para lo que fuera, lo tiraban tan campantes a la basura, tal y como se figuraban que hacían los millonarios."
Y esto me lleva a elucubrar: ¿Fue este el origen o, al menos, un nuevo impulso de la llamada civilización del desperdicio y de los productos de usar y tirar?
Lee los siguientes artículos: Consume hasta morir, Un mundo de usar y tirar. ¿Crees que podemos continuar así...?
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