27 mar 2016

La dualidad aridez-sequía

Para resolver la actividad nº 6 de la página 303 del libro de texto, os vendría bien leer este artículo para distinguir ambos conceptos:

Según el diccionario Oxford-Complutense de Ciencias de la Tierra, la aridez se define así: "Una situación donde la precipitación anual es menor que la evaporación potencial y la transpiración, y la humedad edáfica es menor que su capacidad de campo (máxima capacidad de retención de agua edáfica en condiciones de libre drenaje)".

De todas formas, desde hace varios años se está buscando una definición que precise este concepto de aridez, así como conseguir un índice numérico que nos valore cuantitativamente la misma, en función de determinados parámetros climatológicos. Entre otros, podemos citar los índices de Martonne (ya visto en clase), Emberger, Thornthwaite, etc.

Uno de los que han servido en nuestro país para estudiar la aridez es el índice termopluviométrico de Dantín y Revenga (que también ha sido comentado en el ejercicio de climogramas de ciudades españolas), que viene dado por la expresión I= 100 t/P, en donde t es la temperatura media anual del lugar, en °C, y P la precipitación total anual en mm.

La sequía, en cambio, es un periodo de tiempo, más o menos prolongado, caracterizado por la disminución de las precipitaciones (o ausencia de las mismas) respecto de las habituales en una zona geográfica concreta, lo que provoca un déficit hídrico en la misma.

Por lo tanto, aunque en ocasiones ambos términos se tomen prácticamente como sinónimos, en realidad son distintos porque la aridez define una situación permanente de escasez de agua y es, por tanto, un rasgo que caracteriza a algunos climas. La sequía alude a una situación temporal, anómala, de déficit de lluvias, y puede darse en cualquier clima. Se considera más bien un riesgo o catástrofe natural.

En una gran parte de España, como por ejemplo en Aragón, se producen situaciones de aridez o semiaridez, consecuencia de la dinámica atmosférica y los condicionantes orográficos: el anticiclón de Azores es responsable de la sequedad general de España; si añadimos el efecto orográfico que ejercen las sierras que circundan Aragón, obstaculizando la llegada de los sistemas nubosos, comprenderemos la falta de precipitación, y la escasez de nubes, que permite, a su vez, una mayor insolación y, en consecuencia, elevación de temperaturas e incremento de la evaporación.

Mapa de aridez en España. Clic en la imagen para ampliarla.

Mapa de precipitación media anual en España. Clic en la imagen para ampliarla.

La aridez provoca una ausencia de vegetación y, consecuentemente, deja los suelos a merced de los agentes erosivos, principalmente la acción de los vientos y aguas de arroyada, degradándose las tierras. Éste es uno de los motivos por los que en Aragón existen unos elevados porcentajes de su superficie catalogados como de erosión grave (15,8 % en Huesca; 32,2 % en Teruel y 38,4 % en Zaragoza).

El viento, especialmente el cierzo, favorece no sólo la acción erosiva de carácter eólico, sino también la desecación de las tierras. Los intensos chubascos tormentosos son responsables de la erosión hídrica. Los regadíos y la repoblación forestal pueden frenar la acción degradante del terreno dando al paisaje un aspecto de tierras no áridas, aun cuando las condiciones climáticas de la región sean definitorias de un ambiente de clima árido.

Fuente de parte del texto: Gran Enciclopedia Aragonesa

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