Los árboles no sólo retiran del medio dióxido de carbono, también sirven como aspiradoras que barren gran cantidad de partículas en suspensión que perjudican la salud de los humanos.
En una investigación publicada este mes en Landscape and Urban Planning revelan que los árboles urbanos del Gran Londres eliminan entre 850 y 2000 toneladas de partículas en la atmósfera cada año.
La investigación comprobó que la concentración de la plantación de árboles en las zonas más contaminadas de la ciudad, y en particular el uso de una mezcla de árboles, incluyendo de hoja perenne como el pino y encinas, tendría un mayor beneficio para la calidad del aire en el futuro. El proyecto gubernamental Big tree plant, que invita a la plantación de árboles en las calles y parques de las ciudades.
¿Y en Madrid, qué se hace en este tema?
La capital presume de ser la segunda ciudad del mundo con más árboles en sus calles. Cuenta con 226.000 ejemplares y solo es superada por Tokio con 400.000, pero la realidad de muchos ejemplares de la zona centro, como denuncia la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, es lamentable, ya que los baldeos, la falta de drenaje y las obras matan decenas de árboles en el centro de la capital madrileña. La proliferación del granito en muchas plazas, como la de Callao o la de Ópera, complica su supervivencia.
Y, aunque existe una legislación para la protección del arbolado urbano, como casi siempre lo que hay que hacer es velar por su cumplimiento y no solo legislar.
Para fomentar el respeto y cuidado de los árboles urbanos hay que impulsar el conocimiento de su valor ambiental para nuestro alumnado. En esta línea de educación ambiental, desde hace años se realiza un trabajo con ellos desde 1º de ESO, tanto en el barrio (ruta verde por alrededor del instituto) como en el Parque del Oeste.
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