La demostración sobre el papel es impecable. El hueco en el subsuelo y la infraestructura para inyectar el CO2 existen. La instalación usa parte de las tuberías ya existentes, de cuando el gas natural iba en el sentido inverso, desde el subsuelo hasta la superficie. Lo que no cuadra en este panorama, para varias asociaciones de residentes, agricultores y ganaderos de la región de Pau, es la insistencia de un gran grupo petrolero -con intereses obvios, pues- en anticipar el interés de esa tecnología antes de haber demostrado su inocuidad y su interés económico real.Para varias organizaciones ecologistas, entre ellas Greenpeace, subsiste además una duda clave para el planeta, vistos los miles de millones que la técnica exige. Según esos grupos, no está probado que el subsuelo mundial tenga capacidad para albergar más del 0,06% del CO2 de origen humano, principal responsable del cambio climático. Por ello, seguir invirtiendo en estas tentativas equivale, a su juicio, a caminar hacia un callejón sin salida, que sólo sirve para legitimar la industria del combustible fósil, ya sea petróleo o carbón.
Lee el artículo completo en publico.es y noticias sobre otras plantas piloto en Puertollano y de Toshiba en Japón. Fuente de la imagen: Greenpeace.
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